EL CURA MARTINEZ
Es alguien que se recuerda con cariño pues era un hombre bondadoso, afable, positivo y de buen genio aunque no ausente de carácter E ra blanco, de estura media y de pelo lacio siempre peinado hacia la frente. Tenía una voz medio nasal de un tono aburridor que daba lugar a que a veces nos distrajéramos durante su clase, una de las tantas de religión que nos metieron por las narices. Cuando notaba que esto se estaba sucediendo nos reconvenía primero amablemente, pero si el asunto continuaba entraba en santa ira y nos amenazaba con medidas disciplinarias. Y para reforzar su amenaza hacía fuertes movimientos de cabeza y de cabellos de atrás hacia adelante y nos comunicaba que nos debíamos acordar de que él era bueno pero no pendejo y que debajo de la sotana que usaba había también pantalones, que nos mostraba levantándosela.
Llegado a ese punto se restablecía el orden y la clase concluía en paz y en silencio.
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