MIGUEL ROBERTO SARMIENTO PERALTA
Fue Don Miguel Roberto un distinguido historiador y educador, procedente de una familia culta que muchas contribuciones ha hecho a la educación y al progreso de Santander. Era ya mas bien entrado en años pero vigoroso para su edad. Tenía palabra fácil y era un apasionado de la historia, en particular en lo que se refería a su gran personaje, el Libertador Simón Bolívar. Como era de esperarse fue nuestro profesor de Cátedra Bolivariana una materia que servía para familiarizarnos con su pensamiento y sus hazañas guerreras y para que aprendiéramos a amarlo, respetarlo y a rendirle culto, conceptos que reflejan la filosofía marcadamente conservadora que rigió la educación en nuestros tiempos.
Durante muchos años se desempeñó como Secretario de la Academia de Historia de Santander, adonde solía llevarnos, rigurosamente vestidos con el uniforme del colegio de traje de dril blanco con corbata negra, para que asistiéramos a sesiones públicas y a sus disertaciones sobre temas de la historia..
Si bien nos comunicó un respeto por el Libertador y nos ayudó a conocerlo en forma amable y didáctica y a descubrir facetas muy interesantes de su personalidad, nosotros encontrábamos ese culto por el personaje exagerado y nos burlábamos del viejo.
Este fue el origen de una chanza que organizamos cuando durante el curso llegamos a los días que precedieron a su muerte y al evento mismo, momentos en los que la oratoria de Don Miguel Roberto alcanzó máximas de admiración y de culto a las que nos unimos, entre serios y burlones, reportando a clase con uniforme y corbata negra.
Y ni hablar de la que se armó, pues Don Miguel Roberto tomó esta ocurrencia a grave ofensa y abandonó la clase no sin antes amenazarnos con la expulsión del Colegio y con una denuncia ante las autoridades por irrespeto a los personajes y a los símbolos de la patria.
Gracias a los buenos oficios del Vice Rector, Don Arturo Díaz Ballesteros, las aguas volvieron pronto a su cauce y nos libramos así de los sanciones a que Don Miguel Roberto quería someternos.
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