IGNACIO PARRA FONRODONA
Hasta cuando celebramos los cincuenta años en el 2005 se conservaba bien física y mentalmente. Esta fue la impresión que nos dejó cuando para la ocasión, ofició una misa en el patio central del antiguo Colegio, adonde llegó conduciendo un Volkswagen que lo acompañaba desde nuestras épocas. Parecía que el tiempo no hubiera transcurrido desde cuando nos dictaba Filosofía.
Afabilidad en el trato, claridad en la expresión de sus pensamientos, bondad. espíritu cristiano, disposición para escuchar y buena oratoria era lo más sobresaliente de su humana condición.
Era además un personaje de pensamiento profundo y equilibrado y de acertado buen juicio.
Tenía un íntimo conocimiento de la iglesia antigua, de los pensadores griegos y de todos los filósofos de la época cristiana y una gran habilidad para transmitir ideas y conceptos complejos en forma que estuvieran al alcance de todos nosotros.
Para hacer más amables sus clases las combinaba con múltiples anécdotas de la historia
Recuerdo que una vez con su ejemplo nos dio una lección de lo que significaba el cumplimiento del deber, pues encontrándonos en clase en un salón del segundo piso que daba al Parque del Centenario, fuimos testigos de una balacera enfrente del Café Centenario ,en la que alguien cayó mal herido a la calle y él entendiendo que lo importante era ayudar al moribundo, la suspendió y a toda marcha se dirigió hacia donde éste se encontraba para reconfortarlo y asistirlo. Esa escena del Padre Parra inclinado en la calle ofreciendo ayuda al herido perdura aun en mi mente.
Fue el Padre Ignacio alguien que nos enseñó a pensar y es de justicia manifestar nuestro aprecio y agradecimiento por tan importante contribución a nuestras vidas.
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