viernes, 25 de marzo de 2022

Mas divagaciones poetico-filosoficas sobre la vejez, de nuestro compañero Antonio Aljuri Arciniegas.

 LA VEJEZ POETICA

“canas sonriéndole a la vida”.

“VIEJO ES QUIEN SE SIENTE VIEJO”

DIVAGACIONES

Por Antonio Aljuri Arciniegas, Santanderinos55

 

Con el paso del tiempo, de los años, vamos subiendo los peldaños de la escalera de la vida  que conduce a un mañana cada día. Es un concierto de esperanzas y de sueños anhelados, un mar de estrellas que tenemos a la mano. La paciencia viene en gotas y la prudencia es melodía.

 

Cada escalón es una escuela que nos enseña, que nos da sabiduría. Las cosas simples no existen, adquieren un matiz que las vuelve interesantes y se muestran  las arrugas, las estrías,  huellas imborrables del camino recorrido.

 

Cada peldaño es un ascenso para llegar más alto en la escala  funcional y es un balance activo de la vida, con sus mermas y ganancias, superávits, finalmente.

 

Llegaremos a la cumbre, cargados de experiencias y recuerdos imborrables, de vivencias y de escenas que agregan valor a los años transcurridos. No pasaremos el tiempo eludiendo realidades sino enfrentando retos como medio de lograr lo que anhelamos y deseamos tener a la vuelta de la esquina.

 

¿Que habrá más allá? un misterio insondable que nos reta a descubrir nuevos caminos para crecer el intelecto y escribir el libro de la vida que empezamos un ayer y que terminará en un mañana iluminado por un sol que nos dará la bienvenida.

 

La vejez es el comienzo del mañana, del mañana más allá de la ventana que alegres y sonrientes abrimos diariamente para recibir el sol de frente y continuar caminando hacia arriba, a la meta, aun lejana, que codiciamos alcanzar de madrugada, cualquier día en primavera de los años venideros.

 

Cada arruga, estría o surco, es una fuente de sabiduría, la que dan los años, los años bien vividos y los frutos alcanzados al terminar esta jornada. El cabello gris o blanco lo notamos día a día, es como una enseña, un pendón, ganado a pulso en el torneo de la vida.

 

Llegar a viejos es una meta, una conquista del empeño que ponemos conjugando años, salud, nutrimentos, valor y valentía; es un objetivo que lograremos de a poquito, sin prisa, con seguridad y mucho de osadía, ganas de vivir y disfrutando de los frutales de la vida.

 

 No le tememos a los achaques resultantes de un camino pedregoso, muy sinuoso, en el que cada piedra es un desgaste, un esfuerzo, una faena de rayos y centellas, tormentosa. La fuerza en la flaqueza es fortaleza, recurso que no muere en el que muere de viejo sin sentirse viejo.

 

¡A estas alturas de los años escalados, estamos madurando, todavía! ¡Somos optimistas, los cambios devenidos no han llegado a su punto de  dulzura, sabor de otoño, que da vida y fortaleza!.

 

El envejecimiento, o senescencia, es ley natural que cronológicamente no para, es dinámico y, en su transcurrir, surgen cambios morfológicos, fisiológicos y biológicos que pueden alterar el desempeño, la razón y la conciencia. Estamos viejos, pero no nos sentimos viejos. He ahí la filosofía de la vida productiva, bien vivida, sin excesos, que amplía la pantalla de los años por venir.

 

Quien en el Otoño de su vida se cree viejo, vencido, derrotado, pues pierde la intuición, la percepción sensible, se pone rancio, huele a viejo, tiene un estado emocional disruptivo (alterable), con arrebatos de ira y mal temperamento (irritable), se consuela vegetando y  se va  agriando, avinagrando, muriendo poco a poco.

 

El viejo derrotado, anclado, taciturno, cabizbajo, y afligido, solo espera, atormentado, el sonido de trompetas que anuncien la salida de un triste y lúgubre cortejo de deudos vestidos de negro azabache, como los negros ojos de la oscuridad más encendida.

 

Es saludable mantener la mente ocupada, pensando, meditando, produciendo y el organismo activo, dinámico, encendido. ¡NO nos sintamos viejos, Hay que huirle al pensamiento “ancla”, que inmoviliza, sedentariza, ata, fija y mata la iniciativa y el progreso!

 

Es tiempo de hacer ajustes y darle claridad al horizonte que se ve de lejos con destellos de estrella fulgurante, sin sombras, luz de día y animo prendido, mente abierta, siempre alerta.

 

“Se pone viejo el que se siente viejo”, quien pierde el gusto de vivir, la llama se le apaga, el corazón se ralentiza y la cuerda se le acaba antes de tiempo.

 

El envejecimiento al que lleguemos es función de cómo se haya vivido. Esta ecuación tiene sus incógnitas filosóficas individuales. Envejece bien quien quiere sentirse bien, ilusionado, agradecido de la vida que ha llevado. Es un trofeo que se logra al que bien se lo ha ganado. No aspiraríamos a una eterna juventud, pero si a una vejez de poesía, de alegría y melodía.

 

 

Nosotros seguiremos caminando entre luces y resplandores de la mente creativa, que a cada espina del camino le da forma de rosa, de la rosa de la vida, que no marchita y que, como el girasol, de cara al sol, va clamando por la vida, despertando en cada mañana de un mañana sin fronteras, limpio y claro, iluminado como el cielo despejado, de un azul tornasolado.

 

Recorrer la geografía de los años es valentía; enfrentarse a  los demonios de la envidia, la perfidia y la desidia, la inercia y la pereza, impenitentes, pertinaces, que nos quieren bajo tierra, esa tierra que a diario removemos para afincar, abonando, el árbol de la vida, frondoso y verde, que se yergue en la floresta de los años y que  regamos con rocío mañanero, gotas de agua condensada que mojan y refrescan los años ya vividos.

 

Las simientes han brotado y se han infiltrado los ríos familiares con el legado que dejamos de aguas cristalinas, de los afluentes que han nacido, aumentando el caudal de la familia, nuestra vida sensitiva, el camino a la cumbre de los años que, de blanco, bien vestida, nos espera y nos tiene serenata de violines celestiales y de coros angelicales, cantando alegremente.

 

Un día, cualquier día, llegaremos entre vítores, aplausos, serpentinas y confetis de colores al lugar ansiado, a la fuente de otra vida.

 

ANTONIO ALJURI

22-03-2022

 

La vejez no cornea al buen torero, aquel que sabe capotear el mal tiempo, sonreírle a la vida en todo momento y llegar a su destino con su traje de luces entre aplausos, ovaciones y ángeles cantando en señal de bienvenida.

Agradeceríamos una Respuesta al respecto, esto es, ¿qué debe hacer el buen Torero para que la vejez no lo cornee?

Torear bien seria…?

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