domingo, 5 de junio de 2022
Trajano, Comodo y Hliogabalo: Tres Emperadores Romanos, por Antonio Aljuri Arciniegas
Interesantes y amenos escritos de nuestro compañero Antonio Aljuri Arciniegas Santanderinos55:
Cómodo, un extravagante déspota
Exactamente el 31 de diciembre de 192 el emperador Cómodo (Lanuvium, 161), hijo y sucesor de Marco Aurelio, murió estrangulado a los 31 años de edad a manos del liberto Narcisco, un esclavo liberado, después de que el veneno suministrado por Marcia, su concubina, no surtiera efecto.
El emperador Marco Aurelio tuvo 13 hijos. Cómodo, uno de ellos, fue asociado al imperio con tan solo 15 años.
Cómodo, un bello atleta, se identificó con Hércules y llegó a creerse, como él, un semidiós. Una de sus actividades favoritas en Roma eran los juegos del circo, a cuya arena bajó en más de 700 ocasiones.
Su padre, Marco Aurelio, fue un auténtico pensador filosófico, además de un político firme y victorioso en el campo de batalla. Durante el período que ocupó el trono imperial, entre los años 161 y 180, supo regir con serenidad y gran talento el imperio que había heredado, haciendo frente a graves crisis y a muy largas y cruentas guerras. En sus últimos años peleó al frente de sus tropas contra los bárbaros que amenazaban sus fronteras en el Danubio. Faustina, su esposa, le dio trece hijos y le acompañó en numerosas campañas. Uno de ellos fue Cómodo, a quien designó para sucederle. En 176, a los 15 años de edad, lo asoció al imperio, una decisión que con el tiempo se convirtió en un error fatal. Su incapacidad militar, la falta de medios financieros y la impaciencia por disfrutar del poder en Roma le movieron a abandonar la gran política que había emprendido su padre en el Danubio y a concluir la paz con los germanos.
Todo el poder en solitario
Se considera que el periodo de reinado de Cómodo está dividido en dos etapas. La primera va desde el año 176 hasta el 180, en la que gobernó junto a su padre y participó como soldado en la guerra contra los bárbaro. La segunda tuvo lugar entre los años 180, fecha en la que murió su padre, y 192, cuando Cómodo asumió el poder en solitario. Escogió el nombre de César Marco Aurelio Cómodo Antonino Augusto durante su gobierno. Durante esta segunda etapa, su reinado fue degenerando, víctima de sus continuas excentricidades. «Tras un siglo de oro llegó uno de hierro», escribió el historiador Dión Casio al relatar la crisis provocada por la sucesión de Marco Aurelio.
En cuanto a la política exterior, fue un periodo de relativa paz, pues el emperador no puso a penas atención en ninguna campaña militar. Sin embargo, en cuanto a los asuntos internos el Imperio vivió uno de los periodos más inestables. Todas las decisiones tenían como objetivo satisfacer los caprichos del emperador, y su enajenación y egolatría llegó al punto de rebautizar la ciudad la Roma con el nombre de Colonia Commodiana y el nombre de los meses en su honor. En su alrededor más cercano crecía el descontento y su liderazgo fue cuestionado desde muy pronto. Fue víctima de varias conjuras para intentar destronarle, una de las más graves tuvo lugar en 182 y fue protagonizada por su hermana Lucila y otros miembros del senado. Esta empresa fracasó y sus líderes fueron exiliados o ejecutados sin piedad.
Este clima hostil no hizo sino agravar el carácter cambiante y las maneras despóticas del emperador. Se fue alejando progresivamente del otro órgano de poder del Imperio, el Senado, cuyos miembros le temían y odiaban a partes iguales. Llegó a ordenar ejecuciones sistemáticas para infundir temor al pueblo y cortar de raíz ningún otro intento de conspiración. Aun así, su relación y la consideración del resto de la sociedad romana no fue tan malo. La predilección del emperador por los juegos del circo y las peleas de gladiadores le hicieron muy popular entre la gente.
Entre tanto, Cómodo entregaba la gestión del poder a terceros que, además, eran escogidos no por sus méritos si no por su predilección por ellos. Uno de ellos fue Perenne quien, tras ser deslegitimado por las tropas que debía comandar, fue ejecutado por el propio emperador. Y luego vino Cleandro, quien terminó corriendo la misma suerte. Ambos trataron de aprovecharse de su situación ventajosa y, tras ser denunciados por el pueblo, terminaron sufriendo las consecuencias del desentendimiento de un emperador que prefería dedicarse a su ocio personal que a la administración de un Imperio.
Se cuenta de él que luchaba contra gladiadores desarmados y que daba muerte a muchos de ellos, que aniquilaba a lisiados que se arrastraban por las calles de Roma, que mataba animales, torturaba esclavos y celebraba grandes orgías en las que dilapidaba las riquezas del reino. Sin embargo, sus excesos seguían suscitando un profundo malestar y continuaban dando pie a las conspiraciones, hasta que, finalmente, en una de ellas fue asesinado. El 31 de diciembre de 192, tras haber fracasado un primer intento de asesinato mediante el veneno mezclado con su bebida, los conspiradores enviaron al liberto Narciso, quien formaba parte de su círculo de confianza como entrenador, para que le estrangulara durante un baño.
Parecía que Roma se había librado por fin de uno de los peores emperadores de su historia. Tras su muerte, fue declarado enemigo público y su figura fue sometida a una damnatio memoriae, por la que se destruyeron sus estatuas y su nombre se borró de los registros oficiales, aunque sería restituido más adelante.
Cómodo dejó el Imperio en un estado caótico. Con él acabó la dinastía de los Antoninos, que había otorgado una larga época de seguridad y prosperidad. Se inauguró entonces un periodo belicoso llamado el año de los cinco emperadores.
Marco Ulpio Trajano –Emperador de Roma
Nacido en Itálica el 18 de septiembre del año 53, su padre del mismo nombre descendía de una antigua familia turdetana, los Trahii. Mientras, su madre era miembro de la familia romana de la gens Marcia.
La carrera militar de Trajano.
Existe un gran vacío de información de los años de carrera militar de Trajano. Las primeras noticias lo sitúan con 23 años en Siria a las órdenes de su padre. De la mano de su progenitor visitó las provincias más alejadas de Roma, para ir subiendo escalones dentro del “cursus honorum”, entre ellas la nombrada Siria, Asia o África. Existe constancia de que entre el año 83-85 ya ejercía como pretor.
Sobre el año 88 algunas fuentes lo sitúan en Hispania, concretamente en la Tarraconesis, preparado la Legión VII Gémina, al frente de la cual el año siguiente abortará la rebelión de Saturnio, el gobernador de la provincia de Germania Superior. Los dos siguientes años luchó junto a su legión en los limes germanos del Imperio, lo cual le valió para llegar al escalafón de Cónsul en el año 91. Con dicho rango accederá a gobernar Moesia Inferior y finalmente la propia Germania Superior desde Maguncia, donde conoció en boca de su protegido Adriano, su designación como futuro emperador tras la muerte de Nerva.
Nace el emperador militar.
Sin duda estamos ante la principal cualidad de Trajano; su misión como emperador engrandecer el Imperio Romano. Lo que consiguió a la perfección, ya que nadie expandió más lejos que él, el poder de Roma. Pero nada más convertirse en emperador un aspecto nos puede llamar la atención; tras la muerte de Nerva, lejos de volver enseguida a Roma, decide acabar de pacificar el limes germano, siempre quedará la duda de por qué no intentó conquistar Germania. Posiblemente sus primeras elucubraciones como emperador de Roma pasaron por esta posibilidad.
Después de salir del limes germano, inició el recorrido por otras provincias, curiosamente la primera visita será al lugar donde se consagrará como un excelente militar. El año 99 visitó Moesia y Panonia, donde un tal Decébalo, desde los tiempos de Domiciano, se había convertido en un dolor de cabeza para las poblaciones romanas del otro lado de rio Danubio. Tras conocer de primera mano los problemas del limes danubiano, decide volver a Roma, donde pasara un año poniendo en marcha su política romana.
Construcción del Puente de Trajano sobre el Danubio
Entre el 101-102 dirige en persona la guerra que sometió a Decébalo, a este no le queda más remedio que arrodillarse ante el emperador romano ofreciéndole su obediencia. Pero el dacio no debió estar muy a gusto con la nueva situación, por lo que se vuelve a levantar en el año 106. Trajano preparó la segunda expedición a conciencia, nada más y nada menos 11 legiones movilizó, dos de ellas recién incorporadas y con el inconfundible sello de Trajano, véase la Legión XXX Ulpia Victoriosa, y la Legión II Trajana fuerte. El ejército de Decébalo fue apastado, y este se suicidó antes de volver a convertirse en “vasallo” de Trajano. El imperio atravesaba por primera vez la frontera natural del Danubio, las riquezas y botines que llegaron desde la Dacia, fueron celebrados durante 123 días en la capital.
Tras la gran victoria en la Dacia, los siete años que pasó en Roma Trajano le pudieron parecer eternos, en el 113 partía hacia Antioquia, siguiendo los pasos de Alejandro Magno. Los territorios fueron cayendo del lado de Roma, al mismo ritmo que caía la salud de un agotado Trajano. Lo cierto es que las conquistas llegaron prácticamente al Golfo Pérsico, nunca sabremos qué hubiese pasado de haber comenzado antes, o si su sucesor hubiera sido otro. Llegar a la India como Alejandro, hubiera estado a su alcance, pero…
El Imperio de Trajano
El Trajano político tampoco desmerece ante militar. Destaca sus excelentes relaciones con el Senado Romano, encabezado por el denominado Partido Hispano. Llegaron a ser hasta 27 los miembros hispanos del Senado en tiempos de Trajano, con su amigo personal, Lucio Licinio Sura, como referente del mismo. Se dice que a Trajano no le gustaba de recibir del Senado ni favores ni continuas alabanzas.
Destaca su labor económica al frente del Imperio, recogió un organismo creado por sus antecesores, las Instituciones alimenticias, para elevarlas al primer plano de sus políticas económicas. Para mejorar la agricultura se ofrecían a los campesinos préstamos a muy bajo interés, (se habla de un 5%, máximo), además los benéficos iban a parar a las capas más necesitadas de la población como los niños huérfanos. El cereal o el aceite eran repartidos, según aparecen en el Arco de Benevento, entre las familias menos pudientes. Los impuestos se mantuvieron muy estables, los grandes benéficos de las conquistas se utilizaban para el bien común.
Socialmente destaca su permisividad con las diferentes religiones del Imperio. La correspondencia mantenida con Plinio el Joven, es el mejor ejemplo, este le indica sus temores referentes a la proliferación del cristianismo en las provincias romanas. Sus respuestas denotan que Trajano nunca pensó en que la religión monoteísta, pudiera ser un problema para el Imperio. Los detractores de Trajano se abrazan a este punto, como uno de sus mayores errores.
Las construcciones del Imperio de Trajano.
Las ingentes cantidades de oro que llegaban de las minas dacias, fue utilizado en tiempos de Trajano para embellecer la capital del mundo. El foro que llevaba su nombre, la Basílica Ulpia, bibliotecas, termas, un Odeón o el mercado de Trajano, son solo algunos ejemplos que hicieron de Roma la ciudad más bella del mundo.
Las fronteras del Imperio fueron reforzadas con la construcción de nuevas ciudades como Timgad en África, o Ulpia Trajana en el limes germano. También se generó un creciente interés por el mediterráneo como principal vía de comunicación, las ampliaciones de los puertos de Ostia, o Brindisi, son el mejor ejemplo de ello. Las calzadas imperiales fueron reparadas, como la Vía de la Plata entre Hispalis y Asturica Augusta, y se llevaron a cabo de nuevas, con emblemáticas construcciones como el Puente de Alcántara, que todavía hoy día soporta el tráfico del siglo XXI.
Recreación del puerto de Ostia
Por último, destacar que son pocas las provincias en las cuales no hayamos hoy día obras promovidas durante el mandato de Trajano. Las nuevas conquistas fueron un campo abierto a las nuevas calzadas romanas que vertebraron la Dacia, Arabia o Mesopotamia.
La muerte de Trajano.
Trajano nunca volvió a Roma, camino de ella desde Ctesifonte se apagó la vida del mejor emperador que ha dado el Imperio Romano. Su muerte sigue siendo un misterio, la preocupante frase que no dejó Dion Casio, sigue siendo motivo de controversia. (os invito a leer este artículo sobre la muerte de Trajano).
El propio Trajano sospechaba que su enfermedad se debía a un veneno que le había sido administrado.
Heliogábalo, el emperador que escandalizó a Roma
Mario Avito Basiano se presentó en Roma, la capital del Imperio, ataviado como sacerdote del dios sirio del Sol El-Gabal, del cual era un gran devoto. El nuevo emperador, apodado por sus súbditos como "el asirio", pasaría a la historia con el nombre de Heliogábalo (en realidad, cuando subió al trono el emperador tomó el nombre de Elagábalo, que procede de esta divinidad). A lo largo de la historia del Imperio romano, emperadores más famosos que él, como Nerón, Cómodo o Calígula, han sido denostados por su supuesta crueldad y conducta depravada. Sin embargo es Heliogábalo quien ha sido considerado tradicionalmente por los historiadores como uno de los peores emperadores Roma.
Un emperador polémico
Nacido en la ciudad de Emesa (la actual Homs), en la provincia romana de Siria, Heliogábalo ejerció como sumo sacerdote del dios solar El-Gabal hasta que su abuela, Julia Mesa, hija de Julio Basiano, sacerdote de esta divinidad, planeó para él un futuro bien distinto y alejado de su patria en Siria. Tras la muerte de Caracalla a manos de Marco Opelio Macrino, Julia Mesa, tía del emperador asesinado (era hermana de Julia Domna, madre de Caracalla), se encargó de fomentar una revuelta entre las legiones para conseguir que su sobrino Heliogábalo, un muchacho de tan solo 14 años de edad, fuera nombrado nuevo emperador de Roma. El 8 de junio de 218, Macrino fue derrotado en la batalla de Antioquía y Heliogábalo ascendió al trono imperial comenzando así un reinado corto, pero que daría mucho de que hablar.
Julia Mesa, tía del emperador asesinado, se encargó de fomentar una revuelta entre las legiones para conseguir que su sobrino, Heliogábalo, fuera nombrado nuevo emperador.
Sin embargo, con lo que no contaba su abuela era con que el joven quisiera tomar sus propias decisiones una vez se viera en posesión del poder absoluto. Una de las primeras medidas que tomó Heliogábalo fue la de imponer el culto a su dios, El-Gabal, y no solamente eso, sino que esa medida establecía que los miembros del Senado debían acompañarle en los rituales, entre los que se incluían danzas alrededor de una piedra en forma de falo. Añadir una nueva deidad al panteón romano no era en realidad un problema. Lo que de ninguna manera podía ser aceptado es que ese dios estuviera por encima incluso de Júpiter Óptimo Máximo, dios supremo del Estado romano. Todo eso provocó un gran revuelo en Roma, malestar que poco a poco fue extendiéndose a todas las capas de la sociedad.
Extravagancias en la corte
Haciendo caso omiso a las tradiciones religiosas y los tabúes sexuales romanos (que eran muchos y variados), Heliogábalo empezó a granjearse la animadversión de todos con sus actos, empezando por sus matrimonios. Aunque el historiador Dion Casio difiere de otros en el orden de los enlaces del joven emperador, según Herodiano, Heliogábalo se casó primero con Julia Cornelia Paula, a la que nombró Augusta y repudió más tarde por, según se dijo, tener algún defecto físico. La segunda esposa del emperador fue una virgen vestal llamada Julia Aquilia Severa, lo que causó un gran escándalo en Roma ya que la ley romana obligaba a las vestales a permanecer vírgenes durante los treinta años que duraba su servicio a la diosa Vesta (cuando podían retirarse y contraer matrimonio). Aquellas que rompieran su voto de castidad debían ser castigadas severamente: eran condenadas a ser enterradas vivas. La tercera emperatriz fue Annia Faustina, descendiente del emperador Marco Aurelio y viuda de un hombre al que Heliogábalo había hecho ejecutar recientemente. Pero al joven emperador no solo le gustaban las mujeres. Sus gustos sexuales también incluían a los hombres, mejor si estos eran fornidos. Entre sus amantes masculinos destacan Hierocles, un esclavo griego que a la vez era su auriga predilecto, y también Aurelio Zótico, un atleta griego famoso por su belleza y masculinidad.
En realidad, la bisexualidad no estaba mal vista en Roma, siempre y cuando la persona de mayor edad jugara un papel activo en la relación y el más joven fuera el pasivo. Así que la pretensión de Heliogábalo de adoptar el papel de esposa en sus relaciones masculinas era algo que el Senado no podía aceptar de ninguna de las maneras, y esta actitud por parte del emperador colmaría la paciencia de la sociedad romana. Pero las extravagancias imperiales no quedaron aquí. No contento con encapricharse de Hierocles, Heliogábalo quiso nombrarlo César para hacerse llamar él mismo "la reina de Hierocles". Además de tratarlo públicamente como si fuera su marido, Heliogábalo alardeaba en público de las sesiones de sadomasoquismo que mantenía con su pareja mostrando a los senadores los moratones que ocultaba bajo sus ropajes. Por otra parte, al atleta Aurelio Zótico lo nombró cubiculario del emperador, es decir, su sirviente más cercano. Locamente enamorado de los dos, Heliogábalo se casó con ambos en una ceremonia pública a la que no asistieron ni la guardia pretoriana ni los senadores. Pero los celos entre los dos "maridos" del emperador no tardaron en surgir, y algunas fuentes dicen que Zótico fue envenenado por Hierocles y otras que fue expulsado de la corte al no lograr satisfacer sexualmente a su emperador y marido.
¿Un lupanar en palacio?
Cuenta Dion Casio que a Heliogábalo le gustaba mucho pintarse y arreglarse como una mujer, depilarse y llevar pelucas, lucir joyas y vestirse con sedas de vivos colores. Pero al parecer no todas sus actividades eran tan inocentes. Según sigue contando el historiador, una de sus principales aficiones era la de prostituirse en tabernas y lupanares, y no solo eso, sino que hizo instalar su propio burdel en las estancias de palacio. En todas estas correrías sexuales, sus principales aliadas eran las prostitutas de Roma, con las que compartía experiencias y consejos sobre cuáles eras las mejores posturas sexuales para dar y recibir placer. De Heliogábalo se ha llegado a decir que llegó a ofrecer cantidades astronómicas de dinero al médico que fuera capaz de sustituir sus genitales masculinos por unos femeninos. Si esto fuera cierto, estaríamos hablando del primer caso documentado de transexualidad. Pero las fuentes han narrado muchos más actos que definirían a la perfección la actitud despótica y cruel del emperador, como una anécdota que recoge la Historia Augusta y que cuenta que durante un banquete, cuando ya todos los invitados estaban bastante embriagados, del techo de la estancia empezaron a caer pétalos de rosa sobre los asistentes. Al principio la cosa resultó agradable, pero los pétalos caían sin cesar y en tal cantidad que acabaron asfixiando a muchos de ellos ante la mirada satisfecha de Heliogábalo.
A pesar de que iba camino de convertirse en el emperador más odiado de la historia, Heliogábalo hizo algo muy inusual en la Roma del siglo III: defender hasta cierto punto el papel de las mujeres en la sociedad. Durante una de las muchas y rutinarias sesiones del Senado, el emperador ordenó la presencia de su madre, Julia Soemia Basiana, un hecho absolutamente insólito y que escandalizó a los senadores. A su llegada, Julia ocupó su lugar preminente junto al escaño de uno de los cónsules y estuvo presente durante toda la sesión. De esta manera, Heliogábalo se convirtió en el único emperador en permitir la entrada de una mujer en el Senado. Al parecer, también llegó a constituir un Senado exclusivamente compuesto por mujeres, situado en la colina del Quirinal, un lugar en el que habitualmente se reunían las matronas romanas.
Un trayecto muy corto y con un final trágico
Al final, sería su propia abuela, Julia Mesa, la que tomaría la decisión de poner fin a todas aquellas "insensateces" que no hacían más que desestabilizar las instituciones del Estado. El primer paso fue convencer a Heliogábalo de que renunciara a convertir en César a su esclavo y que en su lugar nombrara a su primo Alejandro Severo. Heliogábalo aceptó la imposición hasta que se dio cuenta de que Alejandro era el preferido de la guardia pretoriana y revocó el nombramiento. No aguantando más la situación, y desencantados con su emperador, en el año 222 los pretorianos se amotinaron y asesinaron a Heliogábalo, que apenas tenía dieciocho años, y a su madre. Ambos murieron abrazados. Antes de que sus restos fueran arrojados al Tíber, como si de vulgares delincuentes se tratase, los decapitaron y arrastraron sus cuerpos desnudos por las calles de Roma. Como era de esperar, el amante de Heliogábalo corrió la misma suerte y como él muchos otros los miembros de la corte de uno de los emperadores más vilipendiados de la historia de Roma.
AAA ¡Qué historia más penosa y decadente!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Que locos fueron Heliogábalo y Comodo. Con lideres así, no se explica uno como el Imperio Romano pudo durar lo que duró.
ResponderEliminar