LLORA, NATURA, LLORA
FLORESTA EN LÁGRIMAS
La indiferencia del Hombre de la Era Industrial
El Impacto Ambiental.
Este planteamiento ecológico entraña una visión elemental, personal, que nos muestra, ejercitando la imaginación, a donde podríamos ir a parar, por ser insensibles al dolor de Natura.
Autor: Antonio Aljuri Arciniegas, miembro de Santanderinos55
(Bachilleres del Colegio de Santander, Bucaramanga, Promoción de 1955)
(Nota: Estos pensamientos ecológicos pretenden alertar, para cambiar y van en armonía con el Decálogo de los deberes del “hombre insensible indiferente de la era industrial” que se tratan en un Decálogo especial, próximo a publicarse, a divulgarse.)
:::
Con pena, pesar, se puede expresar que no tiemblan las manos que empuñan el hacha, ni se inmuta el verdugo que, a golpes certeros, hiere la savia de la vida vegetal. Talamos árboles, deforestamos, erosionamos los suelos, hacemos el mal. Que llore el vecino, no vemos el daño, solo nos mueve el lucro personal.
El pastizal de la llanura se amplía al tumbar, sin renovar, ilegal, para alimentar el rebaño vacuno y contaminar de gases GEI la pureza ambiental; no se protegen recursos naturales, se pierde floresta que filtra y limpia la contaminación del aire vital. El dolor forestal, bosque frondoso, se siente, el cielo se nubla de tristeza y llora de pesar.
Al descomponerse la materia orgánica vegetal talada, por la acción de los microorganismos del suelo, se libera dióxido de carbono que se transforma en bicarbonato, esta reacción libera hidrógeno que acidifica el suelo, aunque produce humus, empobrece la siembra y disminuye la cosecha. Son cultivos sombreados, hortalizas y verduras de hoja, por ejemplo ¿Qué vamos a mercar?
Llora la flora, llora natura, sentimos dolor. los ríos fluyen con tristeza, los pájaros no cantan, no pian, a duras penas canturrean, los árboles pierden verdor, se caen sus hojas, se pierden sus frutos y el otoño anochece, se opaca la luz, la tiniebla ensombrece.
Se pierde armonía, el daño crece y reina la indiferencia, la insensibilidad cívica; nadie se siente aludido, ni ofendido, solo vemos el derrumbe pasar, sin parpadear; nada nos toca, pero el camino tiene final. Ni el gusto palatino se salva, se pierde el deleite, el gusto, al consumir. O actuamos o perecemos, un dilema natural.
A dónde iremos a parar con este festín infernal, cambiando vida por progreso industrial. Lo natural desaparece y reina lo artificial, lo químico, en general.
Con el paso de los años el llanto de la Naturaleza sube de tono, llora a caudales, protesta, llueven rayos y centellas para hacerse oír, llueve a torrentes por la niña estacional y regional, se inundan los campos, ruge el viento huracanado que destruye al pasar.
Se derrumban montañas, y los ríos con sobre caudal por inundaciones de lluvias que no cesan, buscan su cauce cortando a tajos sus riberas pobladas, siguiendo su ritmo hacia el mar; crecen las mareas, se forman tsunamis furiosos con instinto mortal.
No vemos, ni escuchamos y seguimos en derroche de grandeza declinante, trashumante, vergonzosa. Gemidos audibles, violentos, que se lleva el viento.
Los cambios que sentimos los humanos, y los otros, los vivimos con dolor, con pesares y quebrantos de salud, que hieren el pundonor, el amor propio, el honor y hasta los animales pierden su hábitat natural.
La nostalgia nos pega, nos afecta el alma, nos hace sufrir. Se oye el lamento, se tejen consignas, lemas, slogans de salvación ambiental. ¡No suena la flauta, seguimos igual!
Lo que más necesitamos, después del aire que respiramos, es el medio ambiente en que vivimos, el verdor de la floresta, la corriente de sus ríos y quebradas, que son riquezas en peligro de extinción.
La tierra merma su encanto, su canto de amor natural. Para cosechar hay que sembrar y florecer la ilusión, con pensamientos de rosales en flor. Los mares se calientan y no absorben el contaminante ambiental. La huella de carbono crece con el calentamiento global, pues aumenta el agujero de la capa de ozono, ¡Que mal!
El ser humano, el gran depredador, con sus acciones cotidianas, quema carbón mineral, también vegetal, que contaminan, generan electricidad, claro, y polución ambiental, profana, ensucia y va extinguiendo su manera de vivir. ¡No más extensión urbanizable y, tal vez, más concentración poblacional controlada, eso sí! Frenar y frenar para lograr.
Hay antagonismo en la forma de pensar, unos protegen otros destruyen. ¡Qué contrariedad! La huella de carbono, el impacto ambiental, ¡se incrementa sin parar!
Hay emisiones, a diario, de carbono sin quemar, por combustión incompleta operacional, general, sin suficiente oxígeno, ¡que se producen sin cesar! Sentimientos ecológicos en pugna difíciles de conciliar. El aire puro, sin contaminantes, oxigena la sangre y trae salud y bienestar. ¿Ficción, ilusión o realidad?
Como consolación al flagelo que sufre la naturaleza, pues el verde perdido, perdido quedó, la ganadería es hoy sostenible y porta el sello ambiental colombiano, para reforestar con buenas prácticas agrícolas y patente para exportar a países sensibles con el calentamiento global.
Algún día, esperamos no lejano, habrá una solución ambiental en armonía con la naturaleza que, hoy, sufre y llora, sin cesar. ¡En una mañana será vista, ocurrirá!
Como consolación podemos decir que utilizar el sistema Silvopastoril es una buena estrategia de protección natural.
¿Qué es un sistema silvopastoril en Colombia?
Son sistemas que integran el manejo de árboles y arbustos en la producción ganadera. Los árboles pueden ser de vegetación natural o plantados con fines maderables, frutales, forrajeros, para productos industriales (ej. caucho, palma de aceite), o árboles multipropósito.
¡Tomemos conciencia, NOS AUTOLIQUIDAMOS SIN PENSAR!
Mitigar el daño es la bandera, el estandarte nacional.
No más combustibles fósiles a explorar. Los vientos, el agua de los mares, la luz del sol, la radiación solar, son recursos naturales de energías renovables a explotar.
Energía hidráulica o hidroeléctrica: ¡la energía que se obtiene de los ríos y corrientes de agua dulce, a aprovechar!
¡Manos a la obra, hay mucho por hacer!
Ecólogos a trabajar, a convencer, a cambiar la manera de pensar en el Dios del viento, en el dios solar, en el Dios del mar
ANTONIO ALJURI, 20.01.2022
Antonio hace un llamado a la responsabilidad que tenemos todos los humanos de preservar nuestro Planeta. Maravilloso! Estamos sobre explotando nuestro Planeta y esto es grave.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar