jueves, 4 de febrero de 2021

William Laverde también nos dejo.

 

                          WILLIAM LAVERDE

Compañero durante muchos años en el Colegio de Santander. Una persona sencilla, sin aspavientos, introvertida, que cumplía bien con sus deberes, que no participaba en los bochinches pero si en los juegos de trompos. Le gustaba el fútbol aunque no se destacó en ello. Era aficionado a las caminatas por espacios abiertos y a la observación de la naturaleza.

Desde temprano se vinculó a la Contraloría General de Colombia y allí a base de trabajo y buenos esfuerzos empezó a desarrollarse profesionalmente. Yo le perdí de vista durante un tiempo y lo volví a encontrar enn1975 en el Perú, en donde se encontraba en una asignación especial. El origen del re encuentro fue Jaime Parra Ramírez, el embajador colombiano en esa época, quien me comento que tenía la visita de un funcionario de la contraloría, que era santandereano, muy tímido y que por ello creía que estaba aislado y pasándola mal. Por aquello de santandereano y con el ánimo de ayudar a alguien sufriendo de soledad le solicité que me lo presentara y así apareció William en Lima. Le incorpore a nuestras actividades de fin de semana con lo cual su panorama cambio y pudimos acercar de nuevo nuestras vidas. Pronto después de esos encuentros regreso a Bogotá y ahí otra vez le perdí la pista hasta que en el 2005 celebramos en Bucaramanga los cincuenta años de bachillerato. En ese momento ya se había jubilado y estaba empezando a disfrutar de los beneficios de la libertad de tiempo y de un mejor flujo de caja propios de quienes alcanzan este beneficio en buenos términos. Lo encontré mas comunicativo y dado a emprender relaciones amorosas con mujeres jóvenes. A la siguiente reunión de bachilleres que tuvo lugar en 2015 ya no asistió pues lo estaban afectando impedimentos de salud. En una de mis últimas visitas a Colombia me entere de que sus problemas de salud se habían acentuado y de que se encontraba recluido en su domicilio. No he vuelto a recibir mas noticias suyas lo que me hace temer lo peor.

Era de estatura media y mas bien grueso. Caminaba con pasos lentos. El acné juvenil había dejado algunas huellas en su cara. Poseía una mirada dubitativa y profunda detrás de unos anteojos pesados. Vestía con sencillez.

Cumplió con sus deberes a cabalidad y fue siempre una persona de bien. Por todo ello merece nuestra admiración y buen recuerdo.

(Autor: Victor Gabriel Martinez Carreño)

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