Recordar
es vivir
Discurso
de Jaime Ortiz Añez durante la reunión que tuvo lugar en Bucaramanga para
celebrar la
promoción
de Bachilleres de 1955 del Colegio de Santander
Queridos
hermanos de la promoción de Bachilleres de 1955 del Colegio de Santander y sus
bellas y gentiles esposas. Exitoso comité Organizador de este acto memorable:
Cuando la
Divina Providencia nos regaló la vida entre los años 35 y 40 del pasado siglo, se
estaba publicando en Atlanta la famosa obra literaria "Lo que el viento se
llevó", novela de amor y de guerra, que han sido éstas las dos constantes
en la vida del hombre y de su historia. Desde entonces, ha corrido mucha agua
debajo de los puente, y miles de millones de personas se han ido total, fatal y
definitivamente de esta dimensión planetaria. En tanto, nosotros permanecemos
aquí como reyes del tiempo y del espacio, indiscutiblemente vivos, saludables y
vigentes y este maravilloso don nos convierte, automáticamente, en seres
privilegiados, simple y llanamente, porque no todos pudieron ser de la partida
y los demás se han ido para siempre.
De esta
tan afortunada circunstancia de existir, se desprende que podamos estar aqui
esta noche inolvidable y luminosa de noviembre, reunidos física y
espiritualmente, quienes hace cincuenta y cinco años, en plena juventud
adolescente, traspasamos entre medrosos, expectantes y cunosos, los umbrales
del ilustre Colegio de Santander, sembrado orgullosamente en el histórico
parque Centenario, tan rodeado por el sol reverberante, por los árboles de
mango y por el ruido tropical de las cigarras. Oh! Nuestro amado Colegio!, la
más grande vivencia, la más hermosa realidad de nuestras primeras incursiones
intelectuales, donde alumbró el primer pan de nuestro espíritu, nuestro segundo
gran hogar, el testigo inédito de nuestra primera novia, todo como en un espejo
de dorada primavera.
Hoy
estamos recordando con devoción plena de alegres evocaciones y de gratitud
incancelable, a nuestros Rectores magníficos Juan de Dios Arias, notable y
distinguido historiador de Santander; al Reverendo Padre Jesús Jaimes, quien
vivió y murió en olor de santidad; a los insignes Vice-Rectores Juan B. Rey,
Ciro Santander, Arturo Díaz Ballesteros; así como a nuestros caros y ejemplares
profesores, gloria y prez de la docencia, algunos de los cuales fueron a la par
maestros pintorescos, como Mister Ramírez, con sus característicos blue-jeans y
zapatos tenis; a Santos López, con su calva brillante y alargada, donde se
detenían dos ojos escrutadores y maliciosos; al muy bondadoso Monsieur Falk; a
Ventarrón y su personalidad vigorosa, armada con su tabaco humeante; al
profesor de latín, cuyas clases en el candente mediodía invitaban al
aburrimiento y la pereza; a Champoleón, con sus tremendos ojos azules hablando
de la secular cultura egipcia; a
Ramírez,
de Física, cuyas magias y experimentos viajaban por los tubos de ensayo en
mutaciones de materia y energía; a Guillermo Acuña, comandando las paradas y
desfiles por las calles de Bucaramanga y en el estadio Alfonso López, donde
marchábamos con orgulloso garbo militar; al académico Sarmiento de Cátedra
Bolivariana, apasionado del Libertador y a quien logramos sacar de casillas
cuando, en la clase dedicada a la muerte de Bolívar, concurrimos muy
picarescamente acongojados, de mucho luto y ataúd.
Ah tiempos
aquellos que volaron con velocidad supersónica y que es imposible rescatar, a
no ser por los recuerdos maravillosos que estamos evocando en este momento
estelar. Sin embargo, tengo la seguridad de que nos quedan años preciosos por
vivir. Enrique Bergson, alto exponente de la evolución espiritual, apuntaba que
“existir significa cambiar, cambiar significa madurarse, madurarse significa
crearse indefinidamente a si mismo".
Tenemos
muchas cosas por hacer, la misión no ha terminado; la vida nos sigue ofreciendo
oportunidades espléndidas que alcanzaremos con un vigoroso impulso integral,
con el concurso poderoso de nuestras familias y con la voluntad indeclinable de
ser siempre los vencedores, como el mismo Cid Campeador, ganando batallas
después de la muerte.
Esta
mágica celebración de los 50 años de haber terminado la secundaria, alcanza el
rango y calidad de fiesta inolvidable, especialmente por la presencia regia de
la mujer, de nuestras lindas mujeres, esposas ejemplares, madres amorosas,
jóvenes, tiernas y encantadoras abuelas, que son y han sido inspiración
motivante y gozo inefable en nuestras vidas.
Esta
noche, fantástica noche, re-encuentro de vigorosos y renovados espíritus,
tenemos que guardarla en el rojo estuche del corazón y en el cofre luminoso del
alma.
(Texto del
Discurso fue suministrado por Victor Gabriel Martinez)
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